martes, 26 de abril de 2011

LAS MIL CARAS...



…DEL AGENTE SECRETO

Pocas cosas hay que puedan agradar más a un niño que disfrazarse de sus personajes favoritos. Así como hoy en día los chavales gustan de emular a sus héroes televisivos y las calles se llenan en carnaval de Gokus, Spidermans, Batmans, Iron Mans… en aquella época uno de los personajes más atractivos sin duda era el AGENTE SECRETO. Sólo estas dos palabras ya evocaban emoción, misterio y acción a raudales. James Bond, Simon Templar, incluso Maxwell Smart (por no hablar de Anacleto) :) eran nuestros agentes más admirados y envidiados: coches de lujo, chicas espectaculares, gadgets inimaginables… Hasta un zapatófono! Y en una época en la que nadie se había atrevido ni a soñar con el móvil!


Esta fue la base del éxito del juguete de Airgam. Esto y la fantasía que le poníamos, claro. Porque así como los disfraces de hoy en día están tan bien realizados y son tan fieles al original que dejan poco margen a la imaginación, LAS MIL CARAS DEL AGENTE SECRETO, compuesto de una serie de ingenuos y divertidos gadgets, lo dejaba prácticamente todo a la tuya. Hagamos un repaso de los mismos, dentro de lo que la memoria y las fotos que he podido reunir me permitan:
-Una barba postiza y varios bigotes(siempre van bien, de momento de acuerdo)
-Unas gafas con nariz postiza (bueno, tampoco va mal, y siempre se podían combinar con la barba, aunque eran un poco carnavaleras)
-Un antifaz rojo charol (hum… no parecía un equipamiento muy de agente, pero... Quizás para una fiesta de agentes)
-Un ojo morado falso (?)
-Un sobre (éste es bueno) en el que se podía leer ‘Documentos Secretos’, y que contenía una cartulina doblada por la mitad, en cuyo interior llevaba instalada una anilla sujeta con un par de elásticos (más popularmente conocidas como ‘gomas del pollo’ –mi madre tenía un monedero viejo llena de éstas, siempre iban bien para algo). Así pues, a la anilla se le daba muchas vueltas  -como si se le diese cuerda- antes de cerrar la cartulina y meterla en el sobre. Al abrir éste, y sacar la cartulina, la anilla se liberaba y producía un sonido sorprendente, como si fuera una metralleta.  Dentro de la cartulina, entonces, podíamos leer: ‘PODRÍA HABER SIDO UNA BOMBA’… Un poco políticamente incorrecto, pero… Quién te mandaba a ti abrir un sobre donde ponía claramente ‘Documentos Secretos’?
-Un encendedor-bomba, con un mecanismo de resorte dentro donde se colocaba una bombeta. Al abrir la tapa… BOUM! (dale con las bombas)
-Un dedo envuelto en gasa y ensangrentado. Aquí la función de camuflaje no se acababa de entender bien… Quizás fuera útil para infiltrarse en un hospital y consultar el historial clínico del Dr. No?
-Una calva postiza (que no aparece en la foto), KING SIZE. A mí, personalmente, me cabían un par de cabezas más dentro :)
-Una máscara de tipo con verruga en la nariz? Unos dientes muy feos, podridos?
-Unos LABIOS DE MUJER, de plástico rojo brillante. La combinación de éstos con el resto de accesorios era algo complicada, poco de agente secreto, o así lo creía yo…
-Y por último, un artefacto metálico al que nunca supe encontrarle la utilidad. Con la perspectiva del tiempo… Podría ser un resorte para colocar debajo de objetos con el fin de que una bombeta instalada en su interior estallase al levantar éstos?
Como veis, la imaginación al poder! Con estos elementos debías poder disfrazarte de AGENTE SECRETO! Fuera bromas, era un juguete genial, con el que pasé unos ratos muy divertidos colocándome todos esos accesorios en diferentes combinaciones (bueno, menos los labios :) . En mi imaginación,  y añadiendo al equipo mi super-metralleta de agente secreto (que aún tengo que localizar), me convertía en uno de aquellos peligrosos espías dobles internacionales.
Y ya nos alejamos contemplando a ese retaco algo escuchimizado tocado con una calva de goma 5 tallas más grande de lo apropiado, gafas y nariz postiza, barba hirsuta y dientes horrorosos, con un -desproporcionado- dedo ensangrentado y enarbolando un mechero-bomba y un sobre con documentos secretos en su interior… Como podeis ver, la auténtica y genuina imagen del AGENTE SECRETO! :)

Apéndice: LAS MIL CARAS DEL MONSTRUO...

Ídem de ídem, esta vez con un juguete inspirado en los personajes de las películas de terror de la época: Frankestein, Drácula, el Hombre Lobo (fantásticas e ingenuas transformaciones las de Paul Naschy).
Aquí tengo un conflicto de memorias infantiles con la documentación que he conseguido: Las máscaras y accesorios que recuerdo (una máscara de monstruo, azul; una estupenda garra roja con uñas largas, de goma; una calavera melenuda pinchada en un ‘palo’, unos dientes de Drácula; una capa negra?…) se corresponden con la tapa del juego, en lugar de con lo que las imágenes muestran en el interior de la caja. Probablemente, Airgam cambió los elementos, dejando la ilustración correspondiente a la versión más antigua en la portada…
Otra vez, un juguete que dejaba mucho a tu imaginación (y que daba cierto canguelo si jugabas con él estando solo en casa :)

sábado, 23 de abril de 2011

DE DESAYUNOS Y MERIENDAS…


Menudos desayunos se pegaban en aquellas series americanas que veíamos en nuestras monocromáticas teles de entonces. Y la familia al completo, además, desayunando juntos en unas cocinas gigantescas y bien equipadas! ¿Quién no había experimentado cierta (o mucha, directamente) envidia contemplando aquellas mesas repletas de manjares de todo tipo y condición? Más de la mitad, eran completamente desconocidos para la mayoría de nosotros: Tortitas con jarabe de arce, cajas de CEREALES (CEREALES?) que volcaban sobre enormes tazones llenos de leche -sin Cola-cao!-… Huevos revueltos, bacon, zumos de frutas, jaleas, MANTECA DE CACAHUETE! Después del magnífico desayuno, invariablemente, la madre introducía unos emparedados en sendas bolsas de papel para los chicos, que montaban en aquellos impresionantes autobuses escolares rumbo sus colegios…
En fin, aquí las cosas eran muy diferentes. O al menos, lo eran en mi casa (y en las de mis amigos, lo cual era un alivio sin duda). En primer lugar, los días laborables (o como solían llamarlos nuestros padres «de cada día»), cada uno desayunaba a una hora distinta y a su bola. Mi padre se levantaba muy temprano y, mientras se afeitaba (aún recuerdo el familiar zumbido de la maquinilla eléctrica seguido por el bombeo insistente del pulverizador cargado de ronquina que escuchaba cada mañana desde la cama), mi madre le preparaba un café con leche -y punto- que el hombre se tomaba de pie y en silencio, apoyando los nudillos de una mano sobre la mesa del comedor y mirando al vacío (como pude comprobar años después cuando me levantaba antes que él, a estudiar). Luego, cuando me tocaba a mí, mi madre me preparaba un vaso de Colacao -y punto otra vez-. Y lo que desayunaba mi madre, y cuándo, era un misterio. Ah! Y el bocadillo, envuelto en papel de periódico (al cole, íbamos a patita, por cierto ).

Los fines de semana, eran diferentes, eso sí. Aquí sí que desayunábamos todos juntos. El menú era un poco distinto, de todas formas (chistorras y huevos fritos los sábados, y los domingos, con un poco de suerte, mi padre preparaba sus estupendas MIGAS... Vamos, igual que los americanos!
Pero en la merienda, sin duda creo que les pasábamos la mano por la cara (de hecho, no recuerdo haber visto MERENDAR nunca a los Brady). Cuando llegábamos del cole, a eso de las 5:30, nuestra merienda ya nos estaba esperando en casa! Habitualmente, el bocadillo de turno, con diferentes variantes en su interior: Mantequilla de 3 colores, Nocilla (Leche, cacao, avellanas y azúcar), quizás el mítico y delicioso foie gras Mina, o puede que el sencillo pero sabroso pan con chocolate… Aunque reconozco que debo ser de los últimos que aún probaron el pan con vino y azúcar (ya nos iban entrenando bien desde pequeñitos, entre esto y la Quina San Clemente) y el pan con aceite y sal (se hacía un agujero en el pan con el dedo y se vertía dentro el aceite). Y no olvidemos el pan con mantequilla y azúcar, a veces espolvoreado con un poco de Cola-cao (yo creo que éste fue el verdadero precursor de la Nocilla).



Otro tipo de merienda eran lo que llamábamos «pastas», aunque creo que más bien lo tomábamos como «caprichos» en lugar de un sustitutorio de nuestro sempiterno bocata. En los 70, los pastelitos industriales comenzaron a proliferar. Se promocionaban con fantásticas colecciones de cromos (quién no recuerda el famoso 'Porqué de las cosas' de Bimbo?) y estupendos anuncios de televisión. Mi favorito era el Bony, sin lugar a dudas. Aún se sigue fabricando (y de vez en cuando me permito comerme alguno por los viejos tiempos), pero he de decir que ya no es como el de entonces. O al menos yo recuerdo que la capa de chocolate de encima era tan gruesa que a menudo la debías partir al morderlo, y la mermelada, más abundante con toda seguridad... Me imagino que este tipo de productos, hoy en día, tendrá unas exigencias distintas desde el punto de vista nutricionista, pero entonces estaban buenísimos y nos aprovechaban estupendamente.



Durante una temporada, recomendaban meter el Bony en el frigorífico, para lo cual creo que la pasta incorporaba un palito de madera. Tiene su explicación, porque los Bonys y los Tigretones, cuando apretaba el calor... ¡se fundían dentro de la bolsa, directamente! Otro pastelito que me encantaba era el Topset. Chocolate, caramelo y arroz inflado, si no me equivoco... Cada vez que me tocaba Catequesis, mi madre me compraba uno para merendar :) A menudo los sabores, los olores o incluso las músicas te ligan a determinados recuerdos. Yo tengo asociado el sabor del Topset a las aulas donde todos los chicos que íbamos a hacer la Comunión pintábamos, cantábamos o escuchábamos a los catequistas... Qué le vamos a hacer!


Scan cedido amablemente por Emilio Delliafonte,
publicidad en  la contraportada de  Super Mortadelo



Las meriendas de nuestra niñez... Suculentos bocadillos acompañados de tele o juegos!

viernes, 22 de abril de 2011

LAS MARIONETAS BOXEADORAS


Otro de los juguetes que podemos encontrar en prácticamente todos los blogs o facebooks de juguetes de los 70 son las marionetas de Pepe Legrá y Urtain. Yo también las tuve, y me lo pasaba genial con ellas.

Recuerdo muy bien cómo, en aquellos años, estos dos boxeadores, junto con Carrasco y Velázquez, gozaban de una popularidad muy similar a la de los futbolistas estrella de la época. Qué lástima que Urtain tuviera tan triste final, por cierto…. Pero las marionetas eran geniales. Tenían una barra vertical por dentro que se insertaba en la cabeza (del juguete) y dos palanquitas a cada lado de la misma que, al ser presionadas con los pulgares, catapultaban los puños de los boxeadores hacia delante con una potencia nada desdeñable gracias a un sistema de muelles (cosa que averigué, por supuesto, quitándole la ropa a las marionetas: Qué pintas tan extrañas tenían sin ellas. Yo creo que fueron los precursores de Robocop :), con lo cual podías batirte con un amigo eligiendo cada uno su marioneta preferida (que, no sé por qué razón, invariablemente venía a ser Urtain). Lo difícil, al final, era ponerse de acuerdo en quién había ganado el combate, evidentemente.

También tuve una bruja de la misma colección. Sostenía una escoba entre las manos, y claro, al accionar la palanca... daba escobazos!

Por supuesto, las conseguí todas en la tienda del Sr. Alfonso... Algún día le dedicaré una entrada al mítico Sr. Alfonso (conocido así por todos los niños y niñas de la zona) y a su tiendecita, en cuyo escaparate -que no era más que la ventana de lo que había sido el comedor de una planta baja- siempre estuvo expuesto el absurdo 'Peine para calvos' (un artículo de broma consistente en un peine ENORME de color rosa), acompañado de una anárquica mezcolanza de bombas fétidas, artículos de broma, sobres de soldados, cochecitos en miniatura y un sinfín de pequeñas cosas que nos hacían tan felices a los críos de entonces.

En la fachada había una arandela de hierro a la que solía agarrarme hasta que mi madre, harta de tironear de mí sin conseguir arrancarme de la misma, accedía a comprarme cualquier cosilla dentro, aunque fuera un sobre de Montaplex de a duro. Ésta era la segunda 'agarrada`del camino a casa. La primera había sido en el kiosko de más abajo, donde por regla general, ya había conseguido el Mortadelo de la semana :) 

jueves, 21 de abril de 2011

EL CINEXIN (el cine sin fín...)


Uno de los juguetes del que guardo mejor recuerdo sin duda alguna, es mi Cinexín. Era una pasada apagar la luz de mi habitación y proyectar aquellas películas sobre la puerta o la pared del cuarto (la pantalla que incorporaba la caja estaba bien, pero demasiado pequeña para mi gusto :)  Tras inventárselas todas para estabilizar la maquinita a la altura apropiada (sillas, libros, lo que fuera para elevar el proyector), ajustar el inclinador y por fin, el enfoque y la distancia (toda una depurada técnica), llegaba el momento de darle a la manivela y seleccionar la velocidad correcta, con aquel entrañable sonido de suave carraca... O parar la imagen, o ir hacia atrás! Uno era su propio proyectista y director, aquí... Los del Cine Nic se habían quedado anticuados de pronto, ante este sofisticado equipo de proyección :)


Hay que decir que en las primeras versiones del juguete, era un poco complicadillo colocar las películas correctamente, pero el pequeño esfuerzo valía la pena sin duda: Charlot patinando, Donald enfurecido, el Séptimo de Caballería luchando contra los indios...Todo un mundo de magia cinematográfica dentro de mi pequeña habitación. Cuando miro la fotografía, casi puedo sentir el peso y la forma del proyector entre mis pequeñas manos (de entonces :), tan familiar me llegó a ser a base de pasar las películas que tenía (que no eran muchas, todo hay que decirlo) una y otra vez...


Ya veis, amigos... Entonces, si queríamos ver películas fuera de nuestras viejas televisiones en blanco y negro había que ir al cine o proyectarlas uno mismo :) Igualito que ahora, verdad? Bueno, echad un vistazo a estos enlaces donde podeis volver a ver alguna de aquellas pequeñas joyas...



LAS ENCICLOPEDIAS DE MARRAS...


A finales de los 60, principios de los 70, mis padres se hicieron tres enciclopedias por fascículos. Una de ellas, la Biblioteca Básica Salvat -libros RTV-, 100 títulos en total, de lo más variopinto. Incluso había uno, 'Historia del humor gráfico del siglo XX', que con este título tan seriote se zambullía en los autores de cómic de la época y nos proporcionaba muestras de sus trabajos. Desde Miguel Delibes a Lluis Miratvilles, pasando por los clásicos (Oscar Wilde, Charles Dickens, Lope de Vega, Conan Doyle, y un largo etcétera), todo un abanico de temas y autores. Una joya que mis padres aún conservan (creo). Bueno, al menos un ejemplar lo tengo yo en casa. Me leí TODOS los volúmenes en los siguientes años, en serio. Aunque de algunos, evidentemente, no entendí la mitad . Pero ahí nació el germen de un lector empedernido. De ahí y de los volúmenes que mi padre compraba en el Clot (rastro de Barcelona) por sus cubiertas, y que ocultaban tesoros que yo devoraba ante la mirada distraída de mis padres. (Recuerdo cuando me leía El Decamerón de Bocaccio sintiéndome un poco culpable, sin que ellos sospecharan qué estaba leyendo realmente.

Otra colección que cayó en casa fue la Enciclopedia de Ciencias Naturales de Bruguera. Aún la conservo, y es una joya llena de bonitas ilustraciones, y pocas fotos. Abedul-Centeno; Centrárquidos-Granado; Granates-Peridoto; Periodos-Zumaque, rezaban los lomos de los 4 fascículos. Fue mi lectura favorita durante muuchos años. Un poco freaky, si quereis, pero la cosa de la naturaleza gustaba mucho en casa.







Y no me olvidaré de la mítica Enciclopedia del Automóvil del no menos mítico Rafael Escamilla (Recordáis sus programas en TV?) También las conservo, por suerte. Es muy curioso hojear sus páginas hoy en día, y ver lo que en la época eran novedades y tecnología punta en el incipiente mundo del automóvil...


Los fascículos llegaban cada viernes a casa, y los traía la dueña de un kiosko que, la verdad, no estaba nada cerca. Pero la mujer se hacía la ronda por las tardes, llevando los libros a las casas en unas cestas de la compra de nylon, de aquellas de rayas. Vestía con pañuelo en la cabeza, le faltaban varios dientes y no olía nada bien, pero cuando veía su silueta en la puerta de la galería los viernes por la noche, tocando el timbre, daba un salto de contento. Era toda una fiesta. La mujer se sentaba un rato y charlaba con mis padres, y yo absorbía encantado el olor a libro nuevo de los cuadernillos...

MI VIEJO 850 (especial, 2 puertas :)




Nos llevó a toda la familia durante 10 años, sustituyendo al 600 de color gris perla que tuvimos antes, y cuando mi padre se compró otro (un 124, mi padre era y es un hombre de convicciones y le gustaba ir pasito a pasito), aún me llevó a mi durante otros 9 años más. Fué mi primer coche cuando me saqué el carnet de conducir a los 18, con el valor añadido de que había montado en él desde los 7... un miembro más de la familia.  La de veces que nos había llevado a la montaña en aquellas inolvidables excursiones de los Domingos por la mañana... Y la de veces que me había mareado en él circulando por esa terrible carretera de la Roca! Matriculado en Mayo de 1971, B-881903 (gracias, Limix matrículas).


Nunca tuvo una avería ni nos dejó tirados, aunque se calentaba un montón en verano en sus últimos años, en parte debido al minúsculo espacio destinado al motor. El truco era colocar unas bisagras extensibles en la puertecita y así le entraba aire fresco durante la marcha (o, como en un viaje que hice con mi novia, enchufar la calefacción en pleno Agosto, y rellenar el radiador en cada área de servicio). En invierno, se imponían unas cortinillas extensibles para tapar las rejillas.


No tenía un capó muy amplio, pero por aquella época, metíamos todo nuestro equipaje más nuestra perra Tina (que se enroscaba muy contenta y se pasaba durmiendo todo el viaje) y la enorme caja de herramientas que mi padre llevaba siempre. Porque estos coches, casi se los reparaba uno mismo. Si daba tirones, le soplabas el chiclé o le cambiabas las bujías y andando. Vamos, igualito que los de ahora, todos electrónicos.


Con un equipamento de fábrica muy básico, ni siquiera incorporaba cinturones ni espejo retrovisor lateral (que mi padre colocó cuando salió la normativa). Tenía un amigo a mediados de los 80 al que le gustaba mucho conducir, y debía probar todos los coches de sus colegas. Cuando lo hizo con el ocho y medio, su comentario fué: "Es como conducir un tanque!". Lo primero que hice al heredarlo fue hacerlo pintar de 'Beige Sahara' y colocarle unas estúpidas fundas industriales marrones sobre sus magníficos asientos de skai rojo brillantes (anatómicos los de la parte trasera), sustituyendo así las sempiternas jarapas de colores que a mi padre tanto le gustaban entonces.
 


Si hubiera tenido dónde guardarlo, me lo hubiera quedado sin duda en lugar de dejarlo en el concesionario tras comprar un anodino pero sin duda más sofisticado Ibiza en el 89... Allí se quedó mi viejo 850 especial 2 puertas, funcionando perfectamente y mirándome a través del espejo retrovisor mientras me alejaba en el nuevo coche una fría tarde de Enero... 

Esa fue la imagen que se me quedó, me sentí como si hubiera traicionado a un viejo compañero... El mejor coche que nunca tuvimos, el mejor que nunca he tenido. Te debía éste comentario, viejo, estés donde estés!

Un blog de recuerdos más...Buf!


Diciembre de 1969, patio de la 
Academia del Carmen, Badalona.
Lo sé, y me he dado cuenta (lo creais o no) al indagar por la red buscando referencias de 'aquellos tiempos', mi niñez (que en mi caso, abarcarían desde finales de los 60 a mediados de los 70). Parece haber un montón de personas que, como yo, y al llegar a cierta edad, vuelcan sus recuerdos en blogs que no se sabe bien quién leerá.


La cosa comenzó con los juguetes. Supongo que, cuando se trata de recordar esa época de tu vida, todo comienza por ahí. Quise reunir en algún sitio todos los juguetes de mi infancia, junto con las sensaciones que experimenté al jugar con ellos. Y volver a verlos, aunque sea en fotografía, ha sido una auténtica avalancha de emociones casi olvidadas. Y poco a poco, todas estas sensaciones revividas han ido arrastrando consigo una imagen más general de la vida tal y como era entonces, y de mi familia y nuestras pequeñas cosas, un cuadro completo de aquella época con el que supongo que muchos os sentireis indentificados.


En uno de los mejores blogs de juguetes de los 60-70, el Kiosko de Akela , leí que pasamos por diversas épocas en nuestra vida, y que es entre los 40 y 50 cuando comenzamos a volver la vista atrás (siempre con cariño y sin obsesiones) para recordar. Supongo que es entonces cuando comenzamos a tener tiempo para hacerlo, ya que hasta ese momento,  probablemente a todos se nos pasa la vida muy ocupados en otras cosas :) Y en este punto de la mía, necesito hacer un 'volcado' de recuerdos. Mi disco duro comienza a estar overloaded y busco un lugar donde depositar todos estos archivos del pasado.

Primero pensé en Facebook, pero creo que un contenido tan personal debe estar en un blog, así que aquí va este intento. Me gustaría que un día, mis hijos pudieran conocer cómo fue la niñez de su padre en palabras y en imágenes, como a mí me hubiera gustado saber cómo fue la del mío (una caja cerrada que contiene información que pocas veces se muestra, probablemente porque no tuvo la suerte de que le proporcionasen una infancia feliz, como la que él sin duda nos dió a nosotros).

Allá vamos!